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"La crítica al Estado en Marruecos podría llevarte tras las rejas" | Internacional | EL PAÍS

“Es inaudito que Marruecos, un país que se prepara para organizar la Copa del Mundo de Fútbol [en 2030], tolere este sufrimiento”, afirmaba en septiembre pasado Said Ait Mehdi, de 32 años, frente a los escombros de su hogar en una aldea del Alto Atlas, devastada un año antes por un terremoto que dejó casi 3.000 muertos y afectó alrededor de 60.000 viviendas. Ait Mehdi, presidente de la Coordinadora de Víctimas del Seísmo, fue arrestado en diciembre y esta semana ha sido condenado a tres meses de prisión por “difamación”, tras ser denunciado por tres funcionarios a quienes había criticado en redes sociales debido a la lentitud en la gestión de las ayudas a los afectados por el terremoto. Asimismo, en diciembre, el activista propalestino Ismail Ghazaui recibió una condena de un año de prisión por “incitación delictiva mediante medios electrónicos”, después de cuestionar en redes sociales la normalización de las relaciones diplomáticas entre Israel y Marruecos en el contexto de la guerra en Gaza. Ghazaui también participó en protestas contra el atraque en el puerto de Tanger Med de buques sospechosos de transportar armamento destinado al ejército israelí.

“Ait Mehdi y Ghazaui están en prisión por criticar las políticas del Estado, a pesar de que se trata de activistas pacíficos y de que sus declaraciones se amparan en el derecho a la libertad de expresión”, advierte Jadiya Ryadi, líder histórica de la Asociación Marroquí de Derechos Humanos (AMDH). “Desafortunadamente, no son los únicos perseguidos por expresar sus opiniones en Marruecos, que está sufriendo una regresión en materia de libertades civiles”, sostiene esta veterana dirigente de la izquierda del país magrebí y activa militante feminista. “La independencia de la justicia no está garantizada, y el Estado utiliza el sistema judicial para acallar las voces disidentes”, argumenta.

El campesino del Atlas Ait Mehdi, que trabajó como cocinero en Casablanca para poder sostener a su familia, ha organizado concentraciones públicas ante la sede del Parlamento en Rabat y protestas ante los gobiernos provinciales para reclamar la urgente reconstrucción de las viviendas destruidas por el seísmo de 2023. Su liderazgo al frente del movimiento de damnificados le ha enfrentado con responsables locales, a quienes ha achacado una mala gestión en las tareas de reconstrucción de las poblaciones afectadas.